martes, 22 de julio de 2014

Y... OTRAS DE PAPOSO


EL PULPO, EL LOCO Y LA LAPA

Ronald Echeverría P.  Sexto Año  - Escuela “Paranal” de Paposo.

 
          Había Una vez una lapa llamada Lapina y era amiga de un loco llamado Loquino. Un día fueron a jugar al fondo del mar y juntos se escondieron debajo de una piedra. Ellos querían asustar a la jaiba, llamada Tina porque ella era muy traviesa y siempre hacía bromas con sus tenazas.

 Estaban en eso, cuando apareció el Congrilán, un congrio rojo y malo que empezó a perseguirlos por el fondo del mar. Ya estaban cansados de tanto arrancar que decidieron no esconderse más y dejarse morir, cuando apareció la jaiba Tina y con sus tenazas capturó al Congrilán. Felices estaban Loquino y la Lapina de que su amiga traviesa los había salvado.



 

 
                                                           EL CHUCHAMPE

René Morales S. Quinto Año – Escuela “Paranal” de Paposo



Saben ustedes ¿qué es Chuchampe? Pues yo les voy a contar la historia de ese cactus pequeño, muy espinudo y saltarín, que también se le conoce como ovejita echada, por su color blanco.

 Según cuenta la historia, hace muchos años, en los cerros de un lugar remoto vivía una pastora con sus oveja. Sus ovejas eran entre café y negras. Un día nació una ovejita blanca muy juguetona y saltarina, ella se hizo muy regalona de la pastora, las otras estaban negras de envidia. Un día, cuando la pastora no estaba, decidieron invitar a la ovejita blanca a jugar y saltar por los arbustos cuando, de tanto saltar, cayó sin darse cuenta sobre un cactus verde, muriendo así y tiñendo de esta forma el Chuchampe con su color blanco.



 

 
 
LA MINA DE ORO

 Isabel Gutiérrez M.  Octavo Año  -  Escuela “Paranal" de Paposo.

 
            Contaba el abuelo que hace muchos años atrás, mientras él caminaba por los cerros cercanos a Paposo y cansado de su largo caminar decide descansar. El cansancio y el sueño lo vencen, quedándose dormido hasta el día siguiente. Decide continuar su peregrinar solitario, pero al observar el lugar se dio cuenta que habían unas piedrecillas amarillas y muy brillantes. Las recogió, ¿qué será?, se preguntó; en su mente albergaba la idea: es oro. ¡Oro! , gritó y corrió hasta el poblado con sus piedrecillas a comunicar la novedad. Pensaba: ¡seré rico!, ¡tengo una mina de oro!
             A sus piedrecillas las hizo observar por expertos, en realidad estaba ante una mina de oro. Contento, comunica la gran noticia a su mujer, los planes de un buen futuro no se hicieron esperar. ¡Compraremos de todo!, gritaron sus hijos.  ¡Estudiarán en la ciudad!, replicó la mujer. ¡Conoceremos el mundo!, dijo el abuelo.
             Personas llegaron, ofertaron lo mejor. Un extraño que dijo ser un gran señor, le dice que esa mina no era de gran valor; le ofreció un precio relativamente conveniente, a lo que él aceptó. Vendió su mina, el dinero se le acabó rápidamente, ya que no era mucho.
             Al pasar el tiempo se da cuenta que lo habían engañado. Sus viajes, sus sueños se esfumaron, el abuelo muy triste se quedó, sin su mina, sin su oro. Hoy, con su mirar lánguido, yo lo observo y me digo: - ¡pobre abuelo! Tu mina ya no está contigo, duerme abuelo, ya es tarde, duerme, es bueno.

 
 

 

MI VIEJO BICHICUMA

Diego Guajardo R.  Quinto Año – Escuela “Paranal” de Paposo.

 
            Cuando yo llegué a vivir a Paposo, que en  lengua nativa significa “lugar de luna”, los pescadores más antiguos me contaron la historia del Bichicuma. Él era un viejito de barba blanca, manos callosas y algo encorvado, que cuidaba los botes de los pescadores, especialmente en las noches de luna llena porque aparecía la sirena y encantaba los botes para que al otro día, cuando los pescadores salieran a pescar, no encontraran nada.

             El Bichicuma se paseaba por la playa, con su tacho de té y silvando, de un lugar a otro. Cuando lograba ver que la sirena emergía de las profundidades del mar, él gritaba: - ¡Hermosa sirena, sal de ahí con tu gran pena!, esto lo decía porque la sirena encantaba a los botes, para que ellos no llevaran al hombre a sacar las riquezas del mar, que ella tanto amaba.



 

 
 
  
 LA BALLENA Y SU BALLENATO
Autora: Yamilet Morales A.  Sexto Año  - Escuela  “Paranal” de Paposo.
             Había una vez una ballena que estaba con su ballenato. Ellos estaban muy felices. Al día siguiente la marea estaba muy mala y la ballena se había enfermado; la marea la había arrastrado a la orilla del mar y ella no sabía donde estaba su ballenato y lo buscaba por todos lados. Pero ella ya no aguantó más y así, enferma como estaba, buscó y buscó a su ballenato. Hasta que un día, ya desesperada de tanto buscar y no encontrar nada, decidió dejarse arrastrar por la marea hasta la orilla y dejarse morir.
             Estaba en eso, cuando escuchó el ruido de una manada de ballenas y las empezó a observar con mucha tristeza, cuando de pronto vio que había un ballenato que las seguía desesperadamente. - ¡Ese es mi hijo!! - , se dijo la ballena, tengo que salir de acá para ir donde él. Es así como la madre ballena y su pequeño ballenato volvieron a encontrarse.

 
 

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