EL
PULPO, EL LOCO Y LA LAPA
Ronald
Echeverría P. Sexto Año - Escuela “Paranal” de Paposo.
Había
Una vez una lapa llamada Lapina y era amiga de un loco llamado Loquino. Un día
fueron a jugar al fondo del mar y juntos se escondieron debajo de una piedra.
Ellos querían asustar a la jaiba, llamada Tina porque ella era muy traviesa y
siempre hacía bromas con sus tenazas.
Estaban
en eso, cuando apareció el Congrilán, un congrio rojo y malo que empezó a
perseguirlos por el fondo del mar. Ya estaban cansados de tanto arrancar que
decidieron no esconderse más y dejarse morir, cuando apareció la jaiba Tina y
con sus tenazas capturó al Congrilán. Felices estaban Loquino y la Lapina de que su amiga
traviesa los había salvado.
EL CHUCHAMPE
René Morales S. Quinto Año – Escuela “Paranal” de Paposo
Saben
ustedes ¿qué es Chuchampe? Pues yo
les voy a contar la historia de ese cactus pequeño, muy espinudo y saltarín,
que también se le conoce como ovejita echada, por su color blanco.
Según
cuenta la historia, hace muchos años, en los cerros de un lugar remoto vivía
una pastora con sus oveja. Sus ovejas eran entre café y negras. Un día nació
una ovejita blanca muy juguetona y saltarina, ella se hizo muy regalona de la
pastora, las otras estaban negras de envidia. Un día, cuando la pastora no
estaba, decidieron invitar a la ovejita blanca a jugar y saltar por los arbustos
cuando, de tanto saltar, cayó sin darse cuenta sobre un cactus verde, muriendo
así y tiñendo de esta forma el Chuchampe con su color blanco.
LA MINA DE ORO
Isabel
Gutiérrez M. Octavo Año -
Escuela “Paranal" de Paposo.
Contaba el abuelo que hace muchos años atrás, mientras él
caminaba por los cerros cercanos a Paposo y cansado de su largo caminar decide
descansar. El cansancio y el sueño lo vencen, quedándose dormido hasta el día
siguiente. Decide continuar su peregrinar solitario, pero al observar el lugar
se dio cuenta que habían unas piedrecillas amarillas y muy brillantes. Las
recogió, ¿qué será?, se preguntó; en su mente albergaba la idea: es oro. ¡Oro!
, gritó y corrió hasta el poblado con sus piedrecillas a comunicar la novedad.
Pensaba: ¡seré rico!, ¡tengo una mina de
oro!
A sus piedrecillas las hizo observar por expertos, en
realidad estaba ante una mina de oro. Contento, comunica la gran noticia a su
mujer, los planes de un buen futuro no se hicieron esperar. ¡Compraremos de
todo!, gritaron sus hijos. ¡Estudiarán
en la ciudad!, replicó la mujer. ¡Conoceremos el mundo!, dijo el abuelo.
Personas llegaron, ofertaron lo mejor. Un extraño que dijo
ser un gran señor, le dice que esa mina no era de gran valor; le ofreció un
precio relativamente conveniente, a lo que él aceptó. Vendió su mina, el dinero
se le acabó rápidamente, ya que no era mucho.
Al pasar el tiempo se da cuenta que lo habían engañado.
Sus viajes, sus sueños se esfumaron, el abuelo muy triste se quedó, sin su
mina, sin su oro. Hoy, con su mirar lánguido, yo lo observo y me digo: - ¡pobre
abuelo! Tu mina ya no está contigo, duerme abuelo, ya es tarde, duerme, es
bueno.
MI
VIEJO BICHICUMA
Diego
Guajardo R. Quinto Año – Escuela
“Paranal” de Paposo.
Cuando yo llegué a vivir a Paposo, que en lengua nativa significa “lugar de luna”, los
pescadores más antiguos me contaron la historia del Bichicuma. Él era un
viejito de barba blanca, manos callosas y algo encorvado, que cuidaba los botes
de los pescadores, especialmente en las noches de luna llena porque aparecía la
sirena y encantaba los botes para que al otro día, cuando los pescadores
salieran a pescar, no encontraran nada.
El Bichicuma se paseaba por la playa, con su tacho de té
y silvando, de un lugar a otro. Cuando lograba ver que la sirena emergía de las
profundidades del mar, él gritaba: - ¡Hermosa sirena, sal de ahí con tu gran
pena!, esto lo decía porque la sirena encantaba a los botes, para que ellos no
llevaran al hombre a sacar las riquezas del mar, que ella tanto amaba.
LA BALLENA Y SU
BALLENATO
Autora:
Yamilet Morales A. Sexto Año - Escuela
“Paranal” de Paposo.
Había una vez una
ballena que estaba con su ballenato. Ellos estaban muy felices. Al día siguiente
la marea estaba muy mala y la ballena se había enfermado; la marea la había
arrastrado a la orilla del mar y ella no sabía donde estaba su ballenato y lo
buscaba por todos lados. Pero ella ya no aguantó más y así, enferma como
estaba, buscó y buscó a su ballenato. Hasta que un día, ya desesperada de tanto
buscar y no encontrar nada, decidió dejarse arrastrar por la marea hasta la
orilla y dejarse morir.
Estaba en eso, cuando escuchó el ruido de una manada de
ballenas y las empezó a observar con mucha tristeza, cuando de pronto vio que
había un ballenato que las seguía desesperadamente. - ¡Ese es mi hijo!! - , se
dijo la ballena, tengo que salir de acá para ir donde él. Es así como la madre
ballena y su pequeño ballenato volvieron a encontrarse.
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