viernes, 25 de julio de 2014

LA MUJER QUE NO QUERÍA MORIR


LA MUJER QUE NO QUERÍA MORIR.
 
 
              Durante el periodo de la aristocracia francesa, se habló en Versalles de una famélica mujer, que escandalizó a la sociedad de la época por su demencial trato a sus esclavos, amputando miembros de sus cuerpos y sirviéndolos en sus exóticos banquetes; al conocer los hechos de esta inhumana anfitriona, fue condenada a la guillotina, pero esta mujer por pertenecer a la clase aristocrática, se liberó de tal sentencia.
 
               Fue condenada al exilio, llegando a Taltal y trajo consigo toda la ostentación de su señorial mansión. Fue éste, motivo de asombro y adoración de parte de los idígenas nómades, que poblaban lo que actualmente conocemos como la Segunda Región.
 
                Esta dama hacía traer cada cierto tiempo una hechicera, a la que consultaba a cerca de la permanencia de su posición ante la dominación indígena.
 
                 En una de estas ocasiones, fue alarmente lo dicho por la hechicera, quedando estupefacta la soberbia mujer, quien había sido informada por la bruja, de una visión futurista, respecto del desprendimiento de la loza del terreno que ocupaba su mansión, cayendo ésta hasta la profundidad del mar. Hizo construir un enorme sarcófago, lo que ocultó por mucho tiempo para evitar la dispersión de los indios que tenía sometidos.
 
                   Introduciendo en el sarcófago la totalidad de sus pertenencias y un grupo escogido de esclavos hizo sumergir la extraña nave, tomando para sí los poderes de inmortalidad de la hechicera, mediante el derramamiento de la sangre de ésta sobre su cuerpo.
 
                   Lo que actualmente se atribuye a la furia de un volcán, en las proximidades del puerto, es en realidad el destello de ira, que emanan de la impotencia en su anfibia vida a la que fue sometida por la sagaz hechicera.


 
 
 
 

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