miércoles, 30 de julio de 2014

LA PUNTA DEL VIENTO


 
LA PUNTA DEL VIENTO
 
(La Cultura Popular del Litoral del Desierto - Domingo Gómez Parra)
 
 
                Los viejos pirquineros de la cordillera de la costa que conviven en un mismo espacio con los recolectores marinos (pescadores, mariscadores, buzos), en las escasas noches que comparten el trago y la comida, limando asperezas, sembrando la amistad, suelen entregar a los trabajadores del litoral, sus historias, sus temores, sus leyendas... Cuentan que... caminando por la rocosa costa taltalina, kilómetros para el sur (¿o kilómetros hacia el norte?) desde cualquier lugar, quedaba Punta del Viento.
 
                 Allí vivía una familia que se dedicaba a criar una pequeña tropilla de cabras que crecía o disminuía según fuesen los años: lluviosos o secos. El agua de la lluvia invernal corría por las pequeñas quebradas y caía saltando desde las altas paredes, para alfombrar los suelos con flores silvestres y algunas hierbas gigantes que servían durante meses, de alegres compañeras de los cactus candelabros y copados; a esos parajes la familia llevaba a pastear a sus cabras, para que les retribuyeran con leche, queso, carne o charqui. Sin embargo, en los años secos, la hambruna que mataba a los nobles animales, obligaba a la familia a buscar otros rumbos para sobrevivir.
 
                 Uno de esos años malos, hermosos pero malos, el anciano que hacía de cabeza de la familia desapareció por un tiempo, para regresar una tarde cualquiera con su fiel burro cargando las alforjas llenas de oro. Tras descansar junto a los suyos y coger algunos alimentos, emprendió el largo camino hacia Copiapó, donde vendería el oro. La nueva actividad resultaba tan rentable y mejoraba tanto la vida familiar que cargando dos mulas, cada cierto tiempo reemprendía el largo y fatigoso camino hacia Copiapó. Por allí, en la Punta del Viento, cerca del Cerro Blanco, el viejo y su familia construyeron su nueva vivienda. Los antiguos taltalinos dicen que esa parte se llamaba Barazarte.
 
                  Hasta La Serena, llegaron las noticias de la riqueza de antiguos pastores. Allí, donde el revoteo del viento devuelve los silbidos...Allí está el oro. Los forasteros serenenses llegaron a Barazarte en busca del socavón, que es la señal que ha puesto la naturaleza para llegar al filón de oro. Mal les fue a los serenenses, que tuvieron que regresar a su tierra con las manos vacías.
 
                  En Taltal hay quienes cuentan que han escuchado en su familia, cuando el calor de una sopa marinera ayuda a conversar y el tinto hace aflorar los recuerdos, que una señora hizo, hace tiempo, un pacto con el diablo. Un pacto de sangre y carne que le permitió conocer el secreto del filón de boca del diablo. Sin embargo, nunca más se supo de la Señora. Si alguien desea saber el secreto del filón de Punta del Viento, debe salir a recorrer las calles del puerto, una noche nublada, sin luna; cuando en medio del frío de la neblina sienta que un calorcito le recorre el cuerpo, hay que hacerse de ánimo para esperar a la negra figura que cortará la neblina, conversar con él, entregándole "sangre y carne" para que revele el secreto del filón, que se encuentra oculto en algún cerro, calle o casa de la Bahía de Nuestra Señora de los Desamparados.



 
 
 

LA MALDICIÓN EN EL ZAPATO


 
LA MALDICIÓN EN EL ZAPATO
 
(La Cultura Popular del Litoral del Desierto - Domingo Gómez Parra)
 
 
                Un mariscador recorría las orillas rocosas, sorteando estrechas entradas de mar que semejaban canales; penetrando pozas con abundantes piedras o de fondo arenoso, pero siempre buscando lapas, locos, pulpos, almejas. Reunidos con un chinguillo, posteriormente iban llenando canastos que el hombre cargaba sobre su espalda para convertirlos en el sustento de su familia.
 
                 Así ocurría, hasta que conoció a una mujer que llegada desde la cordillera con su rebaño, entusiasmó el corazón del mariscador hasta hacerle olvidar su familia.

               Recordando siempre a su familia, un día el mariscador analizando su vida, decidió regresar al lado de ellos. Su amante se había enamorado  profundamente de él y, no logrando retenerlo, decidió hacerle un mal en su zapato izquierdo, el que lanzó al mar. En ese mismo instante, el mariscador se trastornó y empezó a caminar solitario, recorriendo en las noches aquellos lugares de la costa donde abundan los mariscos.
 
                 Cuentan los hombres de la costa que, si alguna noche por pura casualidad, alquien se encuentra con el mariscador, es preferible que se aleje de lapas, locos y pulpos, y le ayude a buscar su zapato izquierdo, en la orilla, entre las olas. Así una vez que se le quite el mal y recupere la cordura, él le ayudará a llenar sus chinguillos y canastos. Si no desea hacerlo..., no, es preferible que le ayude.



 
 


EL PERRO DIABÓLICO



EL PERRO DIABÓLICO.

(La cultura Popular del Litoral del Desierto - Domingo Gómez Parra)
 
 
              Cuenta la leyenda que, mucho tiempo atrás, en el páramo próximo a la localidad de Paposo, existía una cueva. Esta era habitada por un perro negro, grande y de ojos brillantes. Cuando alguien, por desconocimiento o para demostrar su valor pasaba cerca de aquel lugar, aparecía el perro, furioso por la presencia del intruso, con la intención de atacarlo. Los vecinos de Paposo comentaban entre ellos que el perro estaba endemoniado. Cansados de las amenazas y los ataques del perro, se reunieron decidiendo llamar al cura residente en Taltal para que realizara un exorcismo liberando al lugar de tantos males.
 
                 Portando agua bendita y una hermosa cruz de plata llegó hasta Paposo el sacerdote. desde allí emprendió la caminata hasta la cueva donde vivía el perro. Al encontrarla, se internó en la oscuridad total que mostraba la cueva, hasta que, de repente, unos ojos brillantes alumbraron la entrada. Era el perro que, inmediatamente se abalanzó sobre el sacerdote, el que mostrándole la cruz, esparció el agua bendita sobre el cuerpo del animal.

                 Ante la inesperada resistencia, el perro comenzó a retroceder hacia la salida de la cueva, llegando más allá de ella, hasta desbarrancarse hacia la playa.

                 Cumplida su misión, el sacerdote regresó llegando hasta Paposo, para darse un descanso y relajarse. Así estuvo horas descansando hasta que llegó el momento de regresar a Taltal.

                  Según, todavía cuenta la gente, al pasar por el lugar que ocupaba la cueva, escuchó un horroroso alarido, tras el cual se apareció el diablo. Este, procedió a convertirse en bruja, prediciéndole al cura que él sería su próximo servidor.

                   Nuestra informante agrega que, de repente en las noches de invierno, se ve la figura de la bruja con su perro, buscando servidores para sus maldades.




 

viernes, 25 de julio de 2014

LOS TRES ALGARROBOS




LOS TRES ALGARROBOS
 
(La Cultura Popular del Litoral del Desierto - Domingo Gómez Parra)
 
 
                  La presencia precolombina de los antiguos changos en el litoral taltalino se aprecia en numerosos, variados e interesantes testimonios, tales como los conchales en las proximidades de  playas y roqueríos, enterramientos con completos ajuares funerarios, petroglifos, hermosas pinturas rupestres y restos de rutas de comunicación con el mundo andino.
 
                   La presencia europea en la época colonial se manifiesta documentalmente en la entrega de extensas tierras a unas pocas destacadas personalidades y en el establecimiento de una encomienda destinada a facilitar la conversión religiosa de los trashumantes de nuestras costas. Desde esta época y probablemente también desde antes, aunque deben continuar esperando ser rescatadas, provienen numerosas historias y leyendas. Son muchos los viajeros, expedicionarios, científicos, aventureros y también corsarios, piratas y bandidos que recorrieron estas pampas, costas y aguas oceánicas.

                    En una de las leyendas que narran los habitantes de pequeñas caletas y del puerto, se señala que, con relativa frecuencia, se aproximaban a las costas barcos piratas y también aquellos cuyas tripulaciones, no soportando los prolongados viajes de navegación se rebelaban tomando ellos el mando. Piratas y sublevados llegaban hasta las bahías para reponerse de las heridas, protegerse de las autoridades y, principalmente, buscando la preciada agua de algunas vertientes, frágiles cascadas producto de las lluvias o la ligeramente salinas extraídas desde los pozos.

                      Quienes conocen la historia, la protegen celosamente como una herencia familiar. Los abuelos contaron a los padres y éstos a los hijos, hasta llegar a hoy, según dicen...

                      Hace muchísimos años, llegó hasta estas costas uno de esos barcos, con una escasa tripulación española. La soledad y la ambición descontrolaron sus actitudes y, enloquecidos por las riquezas que transportaban, decidieron enterrarlas en una quebrada o en los cerros cerca de la costa. Tres algarrobos que colocaron por allí, formando un triángulo, serían la fórmula para ubicar el tesoro. En uno de los hoyos que hicieron para transplantar los algarrobos, depositaron el gran y valioso tesoro.

                      Cuando regresaban a embarcarse por entre las rocas de la quebrada, comenzaron a profundizarse las ambiciones y a aflorar antiguas y nuevas disputas que, una vez más, terminaron en una generalizada "batalla campal".

                       Algunos, muertos; otros heridos y desangrándose, se arrastraban hacia la costa. Las heridas, los odios y la ambición los acompañaban constantemente, reanudando los mortales enfrentamientos personales. Así, sólo un par de ellos pudo llegar hasta la playa, donde, moribundos, les encontró un pequeño grupo de changos. A éstos relataron la historia.

                        Preocupados de cosas trascendentes como sobrevivir, alimentarse, protegerse unos con otros, mantener unidos al pequeño clan, los changos mostraron un total desinterés por el oculto tesoro. Sin embargo, en los breves descansos que dejaban las fatigosas y prolongadas jornadas navegando en balsas de cuero, tras el cardumen generoso, o en las noches cobijados bajo los toldos de pieles marinas, abrigando sus cuerpos cobrizos con los salinos cuerpos de sus mujeres recolectoras, recordaban lo que aquellos moribundos balbucearon.

                         Se cuenta muy calladamente, en algunas familias por cuyas venas corre sangre de los nómades del litoral desértico que, necesitados de recursos para sobrevivir, algunos vecinos han recorrido la quebrada que protege aquel tesoro español.

                         Dicen que el oculto tronco de dos de los algarrobos ya han sido descubierto, por eso que en los cerros que rodean el Muelle de Piedra y en casi todos los rincones de Tierra del Moro, encontraremos hoyos, tierra suelta, piedras dispersas. Por allí, en algún lugar, el escondido tesoro de los españoles, protegido quizás por los violentos espíritus de sus guardianes, espera y espera que, algún día, alguien que lo merezca, lo descubra.

                         Eso dicen...  algún día...





 

LA NIÑA DESOBEDIENTE



   LA NIÑA DESOBEDIENTE
 
(La cultura Popular del Litoral del Desierto - Domingo Gómez Parra)
 
 
                Esta historia es de una niña desobediente.
 
                 Cuenta la gente del puerto que una señora tenía varios hijos, juguetones, traviesos, trabajadores, estudiosos; sin embargo, una de sus hijas era muy llevada por sus ideas, razón por la cual no pocas veces desobedecía las recomendaciones y órdenes de su madre.
 
                  Un día le dijo a la señora que deseaba ir a la playa El Hueso junto con unos amigos. La mamá le expresó que la mar estaba muy mala, que había mucho viento y un fuerte oleaje. La niña la escuchó, amurrada, y sin intenciones de hacerle caso. Por eso, cuando la señora se descuidó, salió corriendo de su casa, con una guitarra entre sus brazos, para reunirse con sus amigos.
 
                  Todos reían y cantaban tendidos en las arenas, abrigándose con sus ropas debido al frio y al viento reinante. La niña que tocaba muy bonito la guitarra, animaba la amistosa reunión cuando, de repente, así como se dejan caer los tiburones o cuando no nos damos cuenta de que las estrellas comienzan a reemplazar al sol, así la mar parió una ola inmensa que tomó desprevenidos a los jóvenes, arrastrándolos mar adentro. Todos lucharon con las fuerzas que dan el temor y la desesperación de perder la vida. Casi todos lograron su objetivo de llegar a la playa o aferrarse desesperadamente a las rocas, salvo la niña desobediente.
 
                  Gritaban angustiados sus amigos, corriendo por la costa, intentando verla luchar por su vida, para ayudarla, gritando y saltando prestos a lanzarse a la mar ante el menor asomo de su cuerpo, un grito o un gesto de ella. Sin embargo sólo el silencio y el bravo y rítmico golpear de las olas acompañaban el atardecer.
 
                   La madre, como presintiendo una desgracia, había salido en busca de su hija desobediente. Cuando encontró a sus amigos, éstos le contaron la desgracia que había ocurrido.
 
                     Llegaron pobladores "ranas" buenos para el agua, policías, todos con el deseo de ayudar. Pero la tragedia ya era irreparable...La mar se había llevado al mundo donde reina ella, el cuerpo de la joven niña. Aunque algunos grupos regresaron durante varios días recorriendo el litoral, escudriñando las aguas, adentrándose en ella para recorrer su fondo, se incorporaron botes y lanchas, pero no fue posible obtener el éxito deseado.
 
                      La mar nunca más devolvió el cuerpo de la niña.
 
                      Cuentan que en las noches con aguas tranquilas, aparece la niña desde el mar, gritando quejumbrosa que no desobedecerá más a su madre, que será una niña obediente.


 

EL PASO DEL TENIENTE Y OTRAS



    EL PASO DEL TENIENTE.
 
 
            Según el informante, don Alfonso González, residente taltalino, este hecho ocurrió camino a La Puntilla, que en ese tiempo era sólo un sendero.
 
              El protagonista de esta historia era un joven Teniente de Carabineros que en su persecución a un preso, por aquel angostísimo camino, su caballo perdió el equilibrio, desbarrancándose hacia las puntiagudas rocas del fondo, en lo que se conoce como el "Ojo del Buey", muriendo instantáneamente.
 
              Se dice que en las noches de luna llena sale el teniente a cabalgar en su caballo por aquellos caminos o bien aparece su figura reflejada en el mar calmado.



 
 
 
LA LLORONA
 
 
              Sobre esta leyenda existen varias versiones, pero se publicará ésta.
 
 
               Se cuenta, que hace muchos años una joven fue abandonada por su novio al saber que ella se encontraba embarazada. Esta muchacha de escasos medios económicos, tuvo que trabajar para poder vivir ella y su recién nacido. Se empleó en una casa cuyos patrones no tenían hijos.
 
               En cierta oportunidad, la joven madre enfermó, por lo que debió ser hospitalizada, quedándose sus patrones al cuidado de su bebé. Estos aprovechando la oportunidad de tener un hijo, huyeron llevándose a la guagua.
 
                 La joven supo esta noticia estando en el hospital, se hicieron las averiguaciones correspondientes y nada positivo se logró. Como consecuencia, la mujer desesperó a tal punto de perder la razón, enloqueció y se fugó del recinto hospitalario para ir en busca de su pequeño, pero al tiempo fue encontrada muerta. A raíz de este hecho se dice que aún su espíritu vaga por las calles, buscando a su hijito, llorando en una forma tan lastimosa que causa pena y miedo a la vez. Así lo afirman personas que han escuchado sus lamentos.




 
 
 
 
LA PROSTITUTA Y EL AMANTE
 
 
                    Esta historia tiene como protagonistas principales a una pareja de jóvenes amantes formada por una prostituta y un joven minero.
 
                     Ella era hija de un hombre adinerado de la capital, quién al saber que ésta se encontraba en Taltal y trabajando en aquellos locales la hizo buscar  y la obligó a regresar a su casa. El joven minero al enterarse de esta dolorosa noticia que los separaría para siempre, optó por elegir la muerte.
 
                       Fue así que decidieron terminar con sus vidas...La última noche, estando juntos, el muchacho encendió un cartucho de dinamita que los unió para siempre en la eternidad.
 
                       Se cuenta que sus espíritus rondan por los locales nocturnos ayudando a los que allí trabajan.



 
 
 
 
 

LA MUJER QUE NO QUERÍA MORIR


LA MUJER QUE NO QUERÍA MORIR.
 
 
              Durante el periodo de la aristocracia francesa, se habló en Versalles de una famélica mujer, que escandalizó a la sociedad de la época por su demencial trato a sus esclavos, amputando miembros de sus cuerpos y sirviéndolos en sus exóticos banquetes; al conocer los hechos de esta inhumana anfitriona, fue condenada a la guillotina, pero esta mujer por pertenecer a la clase aristocrática, se liberó de tal sentencia.
 
               Fue condenada al exilio, llegando a Taltal y trajo consigo toda la ostentación de su señorial mansión. Fue éste, motivo de asombro y adoración de parte de los idígenas nómades, que poblaban lo que actualmente conocemos como la Segunda Región.
 
                Esta dama hacía traer cada cierto tiempo una hechicera, a la que consultaba a cerca de la permanencia de su posición ante la dominación indígena.
 
                 En una de estas ocasiones, fue alarmente lo dicho por la hechicera, quedando estupefacta la soberbia mujer, quien había sido informada por la bruja, de una visión futurista, respecto del desprendimiento de la loza del terreno que ocupaba su mansión, cayendo ésta hasta la profundidad del mar. Hizo construir un enorme sarcófago, lo que ocultó por mucho tiempo para evitar la dispersión de los indios que tenía sometidos.
 
                   Introduciendo en el sarcófago la totalidad de sus pertenencias y un grupo escogido de esclavos hizo sumergir la extraña nave, tomando para sí los poderes de inmortalidad de la hechicera, mediante el derramamiento de la sangre de ésta sobre su cuerpo.
 
                   Lo que actualmente se atribuye a la furia de un volcán, en las proximidades del puerto, es en realidad el destello de ira, que emanan de la impotencia en su anfibia vida a la que fue sometida por la sagaz hechicera.